Ale, a correr!
Tengo exactamente 35 minutos para preparar la entrada ya que
a las 10 ha de estar publicada para exhibirla como trofeo ante toda la cueva de
ladrones que formamos el Asaltablog.
Por lo que no me enrollo mucho y os cuento de forma breve
que este mes el blog al que hemos saqueado ha sido el de Iván Plademunt, Elrestaurante imaginario. Tuvimos la suerte de conocerlo a él y a su familia en
una de las quedadas que hicimos todos los ladrones en Granada hace unos años. Y
también tuvimos el lujo de comer en su restaurante en otra de estas quedadas
donde nos sorprendió con un delicioso y elaborado menú.
A mi costillo las natillas y el flan le encantan por lo que
en cuanto las vi en su blog fueron directas al saco. Nunca las había preparado
y esta era mi oportunidad, además que con ellas podría estrenar el soplete de
cocina que me regaló mi marido.
Dividí los ingredientes de la receta de Iván ya que ocho
raciones eran muchas raciones para los dos solos (no, no la niña solo las probaría
en mis mejores sueños…) por lo que con dos raciones para cada uno era algo
aceptable, o no? jejeje
Por lo demás no he cambiado nada de la receta.
Ingredientes para cuatro raciones:
500ml de leche
4 yemas de huevo
125g de azúcar, más la necesaria para luego quemarlas
20g de maicena (aunque para la próxima le pondré algo menos
ya que me gustaría que hubieran quedado algo menos espesas)
½ canela en rama
Y la piel de medio limón (o naranja)
Empezamos infusionando la leche con la canela y la piel del
limón. Una vez hierba la retiramos del fuego.
Mezclamos el azúcar junto con las yemas y la maicena batiéndolas
hasta que blanqueen.
Sin dejar de mover añadimos la leche en forma de hilo
despacio para que no cuajen las yemas, una vez la hayamos añadido toda, la
pasamos de nuevo al cazo colándola con un colador para retirar la canela y la
piel del limón.
Moviéndola a fuego medio dejamos que espese y cuando hierba
la retiramos del fuego para pasarla a los recipientes de barro.
Dejamos enfriar y una vez templados los guardamos en el
frigo para terminar de enfriar por completo.
Antes de servir espolvoreamos una fina capa de azúcar por
encima y la quemamos con ayuda de un quemador o soplete.
Nos quedará una cápita supe crujiente.
Iván ha sido un placer comer en tu restaurante, asaltarte y
sobre todo conocerte.
Recor de tiempo superado al preparar una entrada!!! jejjejee
Nos vemos muy pronto con una nueva entrada!
Os apetecen unos macarons de chicle?